16/6/10

Abriendo los sentidos

Hoy después de haber tenido una experiencia la cual pienso que todos tendríamos que vivirla puedo confirmar que la respuesta esta, como una vez leí en algún lado en ponerse en el lugar del otro. Y que mejor sensación para comprender lo que es ser no vidente que siéndolo por dos horas, como lo propone la obra Luces de Libertad que se realiza en el teatro ciego.
Llegamos al pasaje Zelaya después de haber caminado algunas cuadras de más. Enseguida pudimos confirmar que estábamos en el lugar indicado puesto que se percibía un ambiente particular, desde el vamos, la calle por la que íbamos era empedrada, lo cual para los tiempos que corren es una particularidad, no así hace unos años atrás; pasamos el teatro de “El cubo”; también pudimos escuchar la música que salía de un lugar ambientado en color rojo donde estaba sentada una persona en un sillón ubicado en la entrada; todo allí era muy característico y colorido, por supuesto.
No es difícil distinguir estos lugares cuando la mayor parte del tiempo estamos inmersos en sitios que siguen una misma línea y que forman parte del estereotipo de la “ciudad” donde a cada paso nos acecha algún negocio para tentarnos con el consumismo, como si eso pudiera lograrnos dar felicidad, sin embargo, esta es una trampa en la que a veces caemos creyendo que podemos elegir aquello que compramos, cuando en realidad esto es una gran mentira.
Por “suerte” no todo en la “ciudad” es eso, también existen estos espacios artísticos, que para mí son como los árboles pero que en vez de oxigenar el aire, estos se encargan de oxigenar el alma y hasta los sentidos de tanto ruido y poco barullo que nos rodea.
Creo que lo que me atrajo de esta obra fue el desafió de enfrentarme ante una propuesta diferente en la que por casi dos horas había que entregarse a algo de lo que no tenía ninguna referencia y que por más haberla tenido no seria comparable con lo vivido.
Al principio cuando entre para conseguir las entradas, reconozco que tuve una mezcla de sensaciones opuestas que iban desde el entusiasmo y ansiedad por entrar a la función, hasta cierto nerviosismo de no saber con lo que me podría encontrar y hasta desconocer si mi cuerpo y mente tolerarían esta experiencia. La ambientación del lugar predisponía de ante mano estas sensaciones ya que obviamente la luz que había allí era muy tenue.
Una vez ya con las entradas en la mano, tuvimos que esperar hasta que se hagan las nueve, horario en el que comenzaría la función. Si bien la noche estaba un poco fresca no lo fue tanto como para no soportar esperar un rato afuera del teatro, como lo hicimos al igual que las otras personas que había allí.
Cuando se hizo la hora una persona del teatro nos anunció que esta daría comienzo así que nos acercamos a la puerta de entrada, entonces nos explicaron brevemente lo que iba a suceder y luego nos dieron unas sugerencias para que tengamos en cuenta.
Nos formamos en filas ya que se ingresaba en grupos de diez personas en su mayoría, íbamos tomados de lo hombros, conducidos por un guía, que nos hizo entrar al interior de la sala tras correr una cortina negra, después cambio por otra persona que me tomo de las manos luego de preguntarme mi nombre, este luego nuevamente cambio esta vez por una mujer que nos guió finalmente hasta los asientos, en donde casi me ubiqué mal ya que no tenía orientación del lugar.
Inmediatamente empezó la obra, se escuchaba el sonido de agua corriendo, las voces de los actores se escuchaban desde diferentes ángulos, lo cual por lo menos a mí me hacía inevitable girar la cabeza para tratar de saber desde donde venían, era como si quisiera poder buscar ver algo aunque eso era imposible. Luego después de un momento trate de dejar de querer controlar y guiarme por los sentidos, ya que no eran solo voces lo que se sentía sino también olores, que si bien los apreciaba, me requería un esfuerzo mayor para sentirlos plenamente, lo que me hizo dar cuenta lo poco que tengo desarrollado el sentido del olfato.
A cada instante la obra apostaba a que abramos los sentidos a través de los sonidos y olores que se sucedían, lo cual reconozco se me hizo difícil, más que nada seguir la trama que contaban con las sensaciones que iba teniendo, porque mis ojos querían buscar poder ver aquello que no había.
Igualmente algo retuve de la trama que contaba acerca de la revolución de mayo y como relata en el folleto que nos dieron al final, sobre los sueños de libertad que tenían aquellos revolucionarios de 1810. También se daba a conocer las diferencias existentes entre criollos y esclavos, que sin embargo se mezclan a través de un romance entre dos de los protagonistas que culmina con un nacimiento que a la vez es el cierre de la obra y que hace al mismo tiempo de metáfora ya que previamente se manifiesta la consagración de la libertad.
Finalmente una vez terminada la función fuimos sorprendidos por la iluminación de la sala lo cual fue muy impactante, porque teníamos en frente a los actores tomados de la mano vestidos de negro, y además pudimos ver como estábamos ubicados y todo lo que nos rodeaba que no era demasiado, en realidad fue mucho más lo que se pudo percibir a oscuras que cuando prendieron la luz. ¿Qué nos habrán querido decir con esto no?
Parte de la respuesta la encontré mientras iba viajando de vuelta camino a mi casa y reflexionando lo que había vivido mientras leía el folleto que no por casualidad nos repartieron a la salida. O sea que la obra no terminaba ahí sino que ella abría muchas cuestiones para empezar a pensar y que me parecen importantes reproducirlas tal como las expresan allí, ahí van:
“Vivimos en la SOCIEDAD DE LA IMAGEN, una sociedad donde lo aparente es mucho más importante que lo real, hasta el punto que uno acaba ocupando el lugar del otro”.
Uno ya no es lo que hace, ni siquiera es lo que tiene sino que es lo que aparenta, confundiéndose el “ver” con el sentir, y “la imagen” con la realidad, es por eso que en el teatro ciego buscamos estimular al espectador desde un lugar no visual, logrando que pueda ver la realidad desde otro lugar, con otros sentidos.
El “Teatro Ciego” es una forma distinta de espectáculo, un medio de desarrollo de las aptitudes particulares de cada individuo, a la vez que fomenta el trato igualitario y la empatía, destruyendo los preconceptos de la imagen y los efectos negativos que su idealización produce. Esta técnica es un medio para acercar a las personas con discapacidades visuales e integrarlas plenamente en un ambiente de trabajo y aprendizaje, ya que al no ser necesario el uso del sentido de la vista para su plena realización la discapacidad virtualmente desaparece.
También otras de las cosas que se expresan allí y que no quiero dejar pasar así que prefiero reproducirla, es una cita que dice: “Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre las tierras de América, esa ola ya no parará más.
Esa ola ira creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron. Porque esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar.
Y su marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistarla verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente”.Por, Ernesto Guevara, Discurso ONU 1964.
Para “cerrar” si es que vale la expresión después de todo lo escrito. En realidad no es ese mi propósito sino más bien compartir mi experiencia para animar a conocer este teatro a otros, o por lo menos ponernos a pensar la prioridad que le damos a ciertos sentidos y como dejamos de lado a otros, el tema de la libertad que también se trata en la obra y que se expresa en la sinopsis; o simplemente hacer uso de esta vía y ejercer el derecho de la libre expresión que tenemos como ciudadanos.
Y para lograr un mayor convencimiento y además demostrar el impacto que me produjo el haber participado en la obra Luces de Libertad, escribo una parte de la sinopsis que sostiene: “Así Luces de libertad no sólo pretende que el espectador valore el sentido de las luchas libertarias sino que al plantear en la más absoluta oscuridad, permite que todos, actores y espectadores, ciegos y videntes, estén en las mismas condiciones y que alcancen aunque sea por un momento. La utopía de la igualdad entre los seres humanos”.
Después de lo anteriormente escrito no se si hace falta agregar algo más, pero como todavía me queda algo dando vueltas, mejor lo hago de una vez.
Más allá de todo lo que me genero la obra, quiero rescatar una reflexión a la que llegue, y es que, imposible es solo una palabra, ya que la realidad me demostró que allí esta no tiene lugar.

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